Feminista
- anteojosvioletas
- 22 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Cuando uno abre los ojos ya no hay vuelta atrás, a partir de entonces la desigualdad ya no es una opción. Me descubrí feminista hace relativamente poco aunque, haciendo retrospectiva, creo que siempre lo fui. Quizás primeramente no sabía que existiera un nombre, más tarde me costaría reconocerlo por la carga negativa que nos hacen creer que tiene el término -nada menos que el prejuicio del ignorante-, luego reconocí el título, lo adopté y desde entonces me redescubrí: encontré una causa por qué luchar, un lugar de pertenencia, un espacio de militancia.
Ser feminista implica el trabajo diario de repensar las cosas que tomábamos como naturales, que nos inculcaron, que socialmente aceptamos y repetimos, y crear conceptos nuevos, quebrar las barreras del statu quo y deconstruir los géneros y los roles preestablecidos.
En este ejercicio constante ya no vemos las cosas del mismo modo, nos calzamos los anteojos violetas y vemos desigualdad y discriminación hasta debajo de las piedras, sentimos que nos quitamos una venda de los ojos y hay muchísimo por reparar en la sociedad, en el otro y en uno mismo.
Ya no se puede volver a ser quien se era antes. Lamentablemente, hay personas que no están preparadas para acompañarte en este camino. A veces, hasta tus hermanxs de la vida quedan atrás porque no pueden ver más allá y vos ese papel de agradar ya no lo podes hacer, te cansaste de hacer la vista gorda. Ahora sos vos. Y en ocasiones te sentís solo contra la vida.
Confieso que desde que soy feminista discuto (más) con todo el mundo. En realidad siempre fui combativa, toda la vida alcé la voz cuando me parecía que algo estaba mal. No obstante, siento que cada vez me alejo de más personas, no sé si es por mis convicciones o, en cierto punto, ya hasta dudo de la solidez de ciertos vínculos. Lo cierto es que cuando hay encima una separación ideológica es muy difícil continuar. No tiene nada que ver con disputas partidarias, sino en cuestionarse un sistema de opresión o dejarlo continuar. Asimismo, hay gente maravillosa en este camino que nos nutre y confío en que hay mucha más gente maravillosa por encontrar.
Hay miles de causas por las cuales luchar, esta es meramente una de ellas. Si bien siempre me encontré muy movilizada por las injusticias nunca ningún espacio político me motivó a sumarme como cuadro, no encontré bandera o personalidad a la cual seguir pero siento que este espacio realmente me representa, es todo lo que soy y todo por lo que quiero luchar. Nací para ser y defender esto.
Amo las disidencias del feminismo, amo que sea un movimiento horizontal con voces de todas las formas y colores. Cuando algunos peyorativamente sostienen que “ni entre ustedes se ponen de acuerdo”, yo celebro la diferencia de posturas porque creo que eso es justamente lo que nos enriquece. Nunca más le voy a dar el lujo a alguien de hablar mal de otra mujer porque sí, no tengo ningún tipo de interés en reforzar estereotipos y de sostener la falacia de que las mujeres competimos. Viva la diferencia. Viva la igualdad de género. Viva el feminismo.
Comments